MÉNAGE À TROIS MUSICAL
Hace dos semanas vi
por primera vez “¿Hacemos un trío?, algo
más que un cabaret”, y a la semana siguiente tuve que volver… Hoy, dos
semanas después, por fin decido ponerme a escribir sobre lo que fue esa
experiencia.
Si bien es cierto que
es más fácil escribir sobre un espectáculo nada más verlo por aquello de que lo
tienes todavía muy vivo, yo soy más bien de crónica
reposada, es decir, necesito mi tiempo de asimilación. Si transcurridos
unos días, puedo seguir escribiendo con la misma pasión y el mismo entusiasmo
que si lo hubiera hecho al día siguiente, eso significa que lo que vi mereció
la pena.
Y aquí estoy, una
semana después escribiendo esta crónica.
En principio voy a
confesar que mi motivación principal para ver este espectáculo no era ni
más ni menos que volver a ver y escuchar a Natalia Millán. Lo confieso: Tengo verdadera pasión por el talento que despliega esta mujer sobre un escenario. Da igual que esté sola o acompañada, cantando o declamando, siempre es una locura.
más ni menos que volver a ver y escuchar a Natalia Millán. Lo confieso: Tengo verdadera pasión por el talento que despliega esta mujer sobre un escenario. Da igual que esté sola o acompañada, cantando o declamando, siempre es una locura.
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Fotografía: Javier Naval |
Si a ese tándem
añadimos la elegancia de Natalia Millán, el desparpajo de Marta Valverde y el
estilo de Alberto Vázquez, tenemos ante nosotros, más de hora y media de
emociones, risas y buenas interpretaciones.
Eso es ni más ni
menos “¿Hacemos un trío?”, una excusa
para pasarlo bien y descubrir anécdotas
de estos intérpretes que llevan y cito: “x
años y pico” en esta profesión.
A pesar de haber
visto a Natalia muchas veces sobre
un escenario, ésta es la primera en que no interpreta un papel. Aquí es Natalia
Millán, como ellos bien dicen “desnudándose
emocionalmente” (físicamente acaban con poca ropa pero por un tema
puramente artístico, ya que un Hot Honey
Rag interpretado con mucha ropa pierde parte de su atractivo). No estoy
haciendo ningún descubrimiento a nadie si digo que Natalia es la perfecta
combinación de actriz, bailarina y cantante. Presencia escénica que te inunda
un patio de butacas de dos mil espectadores o una pequeña sala en la que la
tienes a escasos centímetros. En ambos casos, su cercanía, elegancia, y talento
desbordan y abruman desde la primera hasta la última fila.
Marta, es un torbellino, un auténtico volcán en erupción. La más espontánea y la que es capaz de
interactuar con el público de manera natural y generando un buen rollo y una
cercanía que te dan ganas de saltar a abrazarla cuando se emociona al cantar,
entre otras, “Alfonsina y el Mar” en recuerdo
a su madre.
No sé porqué me da la
sensación de que a Marta le da igual estar en el escenario del Lope de Vega, en una sala del Nuevo Teatro Alcalá o en el salón de su
casa. Es siempre una artista con una energía que desborda y tremendamente
espontánea. Sus interacciones con su familia, que estuvieron en ambas
representaciones (anda, como yo…), te hacen sentir parte de esas historias que
está contando, es casi como estar en un bar hablando de la vida misma. En
definitiva, un lujo poder participar de esa sensación de familia. Debe ser que
como empezó con catorce años en El
Diluvio Que Viene, (si después de ver el espectáculo, los comienzos de
Marta no le quedan claros al público, no será por falta de insistencia en
repetirlo en cada oportunidad que tiene), pues está más que acostumbrada.
Alberto, ese hombre que casi se da por vencido
en el mundo del espectáculo. ¡Qué locura! Alguien a quien ves que disfruta
sobre un escenario y que es capaz de presentarse a una audición (ahora somos
más guays y lo llamamos casting) de Mamma Mia! con una canción de Serrat. Yo también le habría dado el
papel…
Se le ve cómodo en el
escenario y se hace su hueco entre estas dos mujeres con cada una de las
interpretaciones de su repertorio, ya sea de
Mamma Mia! o de esa canción de Serrat que le dio el papel que le devolvió
la esperanza en el mundo del espectáculo.
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Fotografía: Javier Naval |
He sido capaz de
ensalzar a estos tres artistas sin apenas hacer mención del repertorio musical
con el que nos deleitan, lo que lleva a la conclusión de que me podrían cantar Paquito el Chocolatero y yo seguiría
igual de entusiasmada, pero no. Las canciones que interpretan están muy bien
escogidas, el espectáculo se desarrolla alternando momentos emotivos de cada
uno de ellos, con anécdotas que hacen que el público ría e interrumpa la
narración con aplausos.
Para mí el zenit
musical llega con Sondheim, cuando Natalia te desgarra con un “Losing My Mind” que no te permite
contener las lágrimas, lo continúa Marta con “Send in the Clowns” y lo remata Alberto con “Not While I’m Around”. Todo esto con unos arreglos musicales de
César Belda (Maestro con mayúscula), que permiten cánones imposibles entre
ellos, combinando las tres canciones, con un magnífico juego de luces que
realzan la intensidad del momento y dejándome a mí en particular, con la sensación
de que sólo por ese instante mágico, ha merecido la pena estar ahí.
En este momento debo
agradecer a mi compañera de fatigas musicales que me identificara las canciones
porque aunque mi profesora de canto dice que tengo buen oído musical (no seré yo quien le lleve la contraria…), yo me
considero de oído lento, es decir, sé
que canciones son y soy capaz de repetir la melodía pero me cuesta ubicarlas.
Así que, como dice nuestro trío en la canción de “Friendship” del musical Anything
Goes (otro aplauso para ese repertorio musical), qué importante es tener
siempre un amigo cerca.
Me resulta difícil
seguir destacando momentos dentro de esta hora y media de espectáculo porque el
nivel de toda la representación es muy alto y muy equilibrado.
Sólo puedo decir que
el público interrumpe más de una vez con aplausos espontáneos momentos como la
retransmisión radiofónica o da palmas al ritmo de la canción insignia del
musical Cabaret.
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Fotografía: Javier Naval |
Tal y como está el
panorama teatral en España agradezco que estos profesionales hayan decidido
lanzarse y autoproducirse y nos
regalen esta gran propuesta que demuestra que no se necesita una gran escenografía ni grandes súper producciones para transmitir un mensaje. Aquí son tres actores
y un piano magistralmente aprovechado por un gran director musical. No hace
falta más.
Y ya sólo me queda
dar las gracias a Bob Fosse por la película All
That Jazz que inspiró el camino profesional de Natalia, a la familia de
Marta por inculcarle desde pequeña el amor por el teatro y a Angels Jiménez por
decirle a Alberto, “están buscando a los
protagonistas de Mamma Mia!”.
It’s showtime, folks!
I.M.C
graciassssssssssss
ResponderEliminar¡Gracias a ti por leer y comentar, y sobretodo por el show! :)
EliminarQué pasada de crítica. Me ha encantado! El sábado 6 de julio viviré en 1ª persona todo eso que cuentas, y espero salir tan maravillada como tú. Bueno, no lo espero, se que va a ser así, porque no puede ser de otra forma con este fantástico trío de ases! Marta, Alberto y Natalia, qué ganas de veros en accion! César, qué ganas de verte tocar en directo, porque por lo que he leído por ahí, eres todo un maquina!
ResponderEliminar31 días!!! :))
¡Muchas gracias a ti por tu entusiasmo y tu participación tanto aquí como en twitter! Esperamos poder compartir impresiones contigo después de que lo veas ;)
EliminarPor supuesto! Encantada, es un placer participar con vosotros :-)
ResponderEliminarSaludos!